miércoles, 19 de mayo de 2010

Mujer y Discriminación

Ayer Ana Jiménez de 49 años de edad y con dos hijos , se convertía en la vigesimoséptima víctima de la Violencia machista o violencia de género; la segunda en Sevilla, y la séptima en Andalucía . Su expareja la asesinó al negarse ella a volver con él, pues estaba harta de mantenerle, según argumentaban sus vecinos. La misma tarde que murió se les vió paseando juntos por el barrio.
La consejera para la Igualdad y Bienestar Social, Micaela Navarro, señaló ayer que Ana Jiménez, no había presentado nunca denuncias.

Es preocupante como están aumentando los casos de muertes de mujeres en manos de su exparejas, y como no se encuentran denuncias de malos tratos durante la relación.
La violencia no es una realidad nueva. Desde el inicio de la humanidad ha habido muestras de violencia. La conciencia y la sensibilidad sociales hacia la violencia cambian, a lo largo de la historia. Tampoco la violencia contra las mujeres es ninguna novedad. Es una violencia estrechamente relacionada con la desigualdad social y cultural entre hombres y mujeres. Pero ver la violencia contra las mujeres sí es una realidad nueva. Como señala Inés Alberdi, lo nuevo es ver la violencia contra las mujeres como violencia y dejar de aceptarla.

En Viena en el año 1993, la ONU, reconoció los derechos de las mujeres como derechos humanos y declaró que la violencia contra las mujeres era una violación de los derechos humanos. Se define como violencia contra las mujeres cualquier acto que suponga el uso de la fuerza o la coacción con intento de promover o perpetuar relaciones de poder y de sumisión entre hombres y mujeres. A partir de la Conferencia de Beijing de la ONU en 1995 , el fenómeno de la violencia de género ha sido reconocido internacionalmente como problema social y ha adquirido una definición clara en el contexto de los derechos humanos y de la igualdad entre hombres y mujeres.

La violencia contra las mujeres no es un fenómeno aislado, afecta a todas las clases sociales y a todas las edades. La discriminación femenina tiene un carácter estructural, se encuentra tanto en el ámbito familiar como en el laboral y social. Es tal la resistencia a su reconocimiento que incluso se hace invisible. La "naturalización" de la discriminación hace que muy a menudo la dominación masculina sea aceptada por parte de las víctimas , las propias mujeres. Es lo que se conoce como "violencia simbólica".

Los medios de comunicación de masas han servido y tienen una gran influencia en la toma de conciencia de la sociedad acerca de la violencia de género. En gran medida han facilitado que el problema llegara a ser público y rompiera la barrera del ámbito doméstico. Ese reconocimiento ha permitido que en la etapa actual la violencia contra las mujeres se inscriba en las secciones de sociedad de los medios y haya dejado de ser percibida como un suceso. De igual manera, la violencia contra las mujeres se ha convertido en uno de los temas significativos de la política y en motivo de preocupación social.
A pesar de todo esto, el tratamiento que la violencia de género, o violencia machista, ha recibido en esos medios no ha sido siempre el más adecuado. Se encuentran entre la responsabilidad como informadores y formadores de opinión y su posición empresarial de ofrecer un producto que el público desee y consuma.

Desde la mayoría de los medios de comunicación se transmite una visión parcial y estereotipada de las mujeres y de los hombres. En primer lugar, aparecen menos mujeres que hombres , y cuando éstas aparecen, su papel en los medios es mayoritariamente como vox pópuli, víctimas, personajes de la farándula y la realeza u objetos sexuales. Raramente aparecen mujeres que detenten poder o autoridad o sean consultadas como expertas.
Sin embargo las mujeres en los medios de comunicación están sobrerrepresentadas como víctimas. En un estudio realizado en el año 2000 , eran el 18% de todas las mujeres que aparecían, mientras que el porcentaje para los hombres era sólo el 8%, cuando esa no es la realidad. Por otra parte, los hombres suelen ser representados en profesiones de más estatus social : políticos , deportistas o empresarios.

En este sendio, hay que destacar la imagen que los medios de comunicación transmiten de las mujeres y de los hombres de los países empobrecidos, que suele ser parcial , mostrando sólo la parte más triste de la realidad: las enfermedades , la pobreza , la violencia o la guerra. En el caso de las mujeres, además , se las muestra como objetos sexuales exóticos.
Si los medios de comunicación transmitieran una imagen más justa de la realidad, deberían mostrar también que hay mujeres juezas, agricultoras, transportistas o astrofísicas, así como hombres que se dedican a cuidar a su familia, poco a poco , cada día son más. Además los medios de comunicación deberían tratar otros temas que verdaderamente le interesan a las mujeres y no suponer que sólo les interesan los cotilleos, la belleza, la moda y las recetas de cocina, pues esta no es la verdadera realidad.

Otro problema que conlleva al sexismo es el referente al lenguaje , pues se produce una invisibilidad, la invisibilidad de las niñas y las mujeres a quienes raramente se nombra. En general , hablamos en masculino. Se usan las palabras masculinas para hacer referencia tanto a hombres como a mujeres, a quienes no se nombra explícitamente.
Se usa "los hombres" para referirse a toda la humanidad, cuando se podría utilizar la palabra personas y así englobarlos a todos/as. Es un claro ejemplo de androcentrismo, pues se toma al hombre como centro y referencia de todo.

Otra forma de invisibilizar y discriminar a las mujeres con el lenguaje se produce cuando hablamos de profesiones o titulaciones; así nombramos en masculino los oficios que, tradicionalmente, han desempeñado los varones y a la inversa, ejemplo decimo jueces y casi nunca juezas. De esta forma se niega la presencia de la mujer en esas carreras "supuestamente masculinas", a la vez que feminizamos todas las profesiones que tienen que ver con los ámbitos tradicionalmente adjudicados a las mujeres, como la limpieza o los cuidados.
Pero el sexismo en el lenguaje no se reduce a la invisibilidad de las mujeres, sino que también se manifiesta en los distintos significados que se atribuyen a algunas palabras según su género. En este caso, los significados peyorativos o de inferioridad, normalmente , se atribuyen a las mujeres ejemplo fulano , persona determinada o imaginaria, fulana, ramera. Verdulero, hombre que vende verdura, verdulera, mujer ordinaria.

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